martes, 27 de septiembre de 2016

Actos comunicativos dialógicos versus actos comunicativos de poder

Como tarea del Curso del INTEF sobe convivencia, he leído un artículo llamado "Desde los actos de habla de Austin a los actos comunicativos.  Perspectivas desde Searle, Habermas y CREA" , escrito por Marta Soler y Ramón Flecha, de Universidad de Barcelona.
Este artículo, bastante denso, me ha resultado muy interesante porque aporta una perspectiva lingüística y comunicativa a las relaciones personales que se dan en los Centros educativos, dando explicación ( o al menos a mi me lo parece) a la eficacia o ineficacia de las actuaciones de participación que se llevan a cabo en los centros.

Estos autores, entre otras cosas, indican la diferencia entre los actos comunicativos de poder, en lo que podríamos decir que uno de los interlocutores se siente el "experto" o en posesión de la "verdad" y el otro lo asume, y los actos comunicativos dialógicos que se caracterizan por las relaciones de igualdad entre ambos interlocutores, de tal manera que el objetivo es alcanzar un consenso después de un diálogo sincero en ausencia de coacciones basadas en estereotipo o en otras cuestiones contextuales.

Desde mi trabajo como orientadora, valoro mucho la comunicación y, desde luego, deseo alcanzar la mayor parte de las veces una comunicación dialógica tanto con las familias como con el profesorado, pero entiendo que es complejo y que, antes de comenzar a dialogar, hay que tener en cuenta todas las cuestiones contextuales y sociales que, sin ni si quiera nosotros saberlo, pueden estar coaccionando el diálogo e impidiendo que realmente sean actos comunicativos dialógicos.

Los autores del artículo no hablan de ello, pero desde mi humilde experiencia y opinión creo que para que en los Centros Educativos se den preferentemente actos comunicativos dialógicos, es necesario un trabajo previo con las personas que conforman los diferentes colectivos involucrados: alumnado, madres, padres, profesorado, orientadores y orientadoras, etc.. Este trabajo consistiría en primer lugar en hacernos conscientes de nuestras propias creencias y actitudes cuando nos ponemos frente a otros para dialogar, cuáles son nuestras intenciones y de qué premisas partimos. Después compararíamos estas actitudes con lo que nos dice la evidencia de las investigaciones sobre comunicación, entendiendo la necesidad del cambio y la apertura a una comunicación igualitaria de verdad, en la que tod@s tienen algo que compartir y en el que todos los argumentos, sean de quien sean, son escuchados y tenidos en cuenta, para posteriormente elaborar un consenso que será, si no el mejor, el consenso de tod@s.

Os dejo el enlace del artículo por si os animáis a leerlo y así podáis sacar vuestras propias conclusiones.






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