sábado, 24 de noviembre de 2012

RESISTENCIA AL CAMBIO

En la labor diaria como orientadora compruebo cómo nos resistimos al cambio. Nos quejamos de cómo van las cosas, comentamos entre nosotros que la escuela ha cambiado porque los alumnos y alumnas son diferentes, cada vez más diversos. Las familias han cambiado: hay cada vez más modelos y cada vez más experiencias diversas en las familias de nuestros alumnos y alumnas. Hablamos de cómo ha cambiado la sociedad, nuestras prioridades, los juegos de los niños y niñas, las opciones de los jóvenes, los intereses de las nuevas generaciones... hablamos continuamente de cambios a nuestro alrededor. Comentamos cómo nos formamos, nos informamos y nos comunicamos de forma diferente; afirmamos y comprobamos cómo nuestros alumnos y alumnas más pequeños saben manejar las nuevas tecnologías mucho mejor que nosotros. Sabemos que en la escuela solo manejamos una pequeña parte del conocimiento posible, que el conocimiento ya no es algo estable, que se construye y fluye por todas partes. Sin embargo no se porqué razón, en un alto porcentaje, seguimos enseñando de la misma manera que nos enseñaron a nosotros. No parece que estas reflexiones y, simplemente constataciones, de la realidad cambiante y ampliamente diversa que vivimos, nos ayude a comprender que es necesario cambiar nuestros modos de abordar la enseñanza. Seguimos abusando de la clase magistral; seguimos abusando de las actividades de laṕiz y papel; seguimos creyendo en el método machaca; seguimos pretendiendo que todos tengan un mismo ritmo de aprendizaje. Seguimos considerando la diversidad como un problema y no como una oportunidad, porque empleamos métodos de otros tiempos que se basan en la uniformidad y que buscan que todos lleguen a los mismos objetivos, sin tener en cuenta ni la diversidad personal ni la diversidad en el aprendizaje. No entiendo la esclavitud que todavía tenemos al libro de texto que, aunque cada curso mejoran las editoriales incluyendo más variedad y diversidad de actividades y recursos, suelen quedarse en guías casi exclusivas del proceso de enseñanza-aprendizaje, protagonistas exclusivos de muchas aulas. Como orientadora debo buscar cada día la manera de orientar y asesorar sobre la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje, especialmente respecto de la atención a la diversidad. Este asesoramiento incluye casi siempre algunos cambios en el proceso de enseñanza. Casi siempre las orientaciones que doy sirven para todos, para mejorar la atención a la diversidad en general, pero con frecuencia me encuentro la resistencia al cambio. Seguimos haciendo lo mismo.

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